Bernardo Torres/API
Copalillo, Gro. 26 de Noviembre del 2018.- A 22 días de que un grupo armado los obligó a huir de su comunidad, 76 indígenas desplazados de Tlaltempanapa, en la Montaña Baja de Guerrero, sobreviven con el mínimo apoyo gubernamental en la cabecera municipal de Copalillo, y en condiciones precarias.
Están invisibilizados por la crisis de seguridad que atraviesa Guerrero; un estado donde la atención está centrada en los más de dos mil desplazados de la Sierra en Leonardo Bravo, la violencia en el Puerto de Acapulco y asesinatos de miembros de distintos sectores de la sociedad.
Colchonetas y cobijas, fue el apoyo del Gobierno de Guerrero, que hace 20 días eran suficientes para paliar el clima, pero con la llegada de los frentes fríos y durmiendo en un espacio sin paredes, resultan insuficientes para enfrentar el inicio del invierno, que va a recrudecerse.
La alimentación tampoco es óptima, la cual ha estado basada en frijoles y lentejas desde el 05 de noviembre que llegaron a esta cabecera municipal, primero en el ayuntamiento, y luego en las instalaciones de la jurisdicción sanitaria, que son prácticamente inhabitables por los agrietamientos que presentan las paredes.
Los hombres adultos han empezado a desesperarse; no tienen dinero y la sorpresiva huida no les dio tiempo llevarse ninguna pertenencia. En Tlaltempanapa municipio de Zitlala, a más de dos horas de distancia en vehículo y un día a pie; allá dejaron animales y cosechas que estaban por levantar.
Aquí en Copalillo les han ido ofreciendo empleo, uno o dos días, pizcando la mazorca o como chalanes de albañil, entre otros trabajos que les permiten ocuparse temporalmente.
Las mujeres no lo están pasando mejor. En su comunidad a pesar del asedio de la delincuencia organizada, cuidaban animales de granja; gallinas, cerdos. Tejían zoyatl (palma) para elaborar artesanías, pero en Copalillo no hay ni palma ni es comercial dicho producto.
Pero el peor panorama es para los niños: ajenos a la situación que padecen, las tres semanas que han permanecido en este techado, no han recibido clases. Son 24 infantes de nivel primaria y ninguna autoridad ha prestado atención a esta demanda que han hecho a nivel municipal y estatal.
Las enfermedades están al día, infecciones respiratorias por dormir al aire libre pasando fríos, problemas gastrointestinales, originados por las condiciones insalubres en que se encuentran, el espacio que les están asignando está lleno de polvo, y carecen de agua potable para su aseo personal.
El caso más grave se ve reflejado en dos bebés, uno de 20 días de nacido; tres días tenía cuando abandonaron caminando su comunidad. Otro de cuatro meses que pareciera tener mucho menos, su mamá dice que está bien pero el resto de las mujeres con más experiencia dicen que debe estar desnutrido.
Doña Joaquina; desaparecieron a su esposo y luego la obligaron a huir
Doña Joaquina es una de las 76 personas desplazadas, de 24 familias, huyó como todos por el monte la noche del 03 de noviembre tras las amenazas del grupo criminal que está sentado en Tlaltempanapa, salió con su hija y dos hijos, y permanece albergada en espera de ayuda.
Una mañana, hace seis meses aproximadamente, su esposo Eucario salió a su tierra de labranza, y ya no regresó a casa, cree que pudo haber sido capturado por el grupo que los quería obligar a sembrar amapola.
Con sus medios, lo buscó algunos días, pero sin recursos no pudo seguir, pidió ayuda al gobierno municipal de Zitlala para que le apoyaran en la búsqueda, ante el Gobierno Estatal, pero no obtuvo respuesta.
Ahora que huyeron de su comunidad volvió a hacer del conocimiento a las autoridades de los tres niveles de gobierno, nuevamente pidió que se busque, pero si ni siquiera les han ayudado con lo básico, duda que su caso vaya a ser retomado.
Ella es de las pocas mujeres que hablan español, el resto sólo náhuatl, pero externa su preocupación por las tres personas que desaparecieron el pasado 03 de noviembre, de quienes tampoco saben nada.
Hizo un llamado a las autoridades estatales que acudan a la comunidad para averiguar qué pasó con ellos, también quiere saber qué ha pasado con sus viviendas que dejaron abandonadas, aunque están conscientes que ya no van a regresar a su pueblo.
Se conforma que aquí en Copalillo, la Unión de Organizaciones Campesinas Indígenas y Populares, les donó un terreno, donde podrán construir sus nuevos hogares y empezar de cero, buscarán emplearse o buscar una tierra para sembrar, pues han perdido la esperanza en el gobierno.
Algunos han empezado a retajar los terrenos asignados, han plantado los horcones que serán los pilares de sus nuevas casas, “ya nomás a ver si alguien nos apoya con lámina, aunque sea de cartón”, y así iniciarán una nueva vida, sino con lujos y comodidades, al menos en paz. (Agencia Periodística de Investigación)